Hoy hablaremos de un libro que en lo particular me trae muy buenos recuerdos:
E L P R I N C I P I T O
( De
Antoine de Saint-Exupéry)
Este libro lo ley hace años, era nuetra tarea leerlo, antes, y ahora se ha vuelto como una ventana para recordar momentos de mi vida.
Este libro trata de
un cuento poético que viene acompañado con ilustraciones hechas con acuarelas por el mismo Saint-Exupéry. En él, un piloto se encuentra perdido en el desierto del Sahara
luego de que su avión sufriera una avería, pero para su sorpresa, es
allí donde conoce a un pequeño príncipe que viene desde otro planeta. La
historia tiene una temática filosófica, donde se incluyen críticas
sociales dirigidas a la «extrañeza» con la que los adultos ven las
cosas. Estas críticas a las cosas «importantes» y al mundo de los
adultos van apareciendo en el libro a lo largo de la narración.
A pesar de que es considerado un libro infantil por la forma en la que se encuentra escrito, también posee observaciones profundas sobre la vida y la naturaleza humana.
Esto se puede ejemplificar con el encuentro entre el principito y el
zorro, quien le enseña el verdadero sentido de la amistad y la esencia
de las relaciones humanas;
de hecho, la esencia misma del libro se encuentra reflejada en el
secreto que le obsequia el zorro al principito: «Solo se ve bien con el
corazón. Lo esencial es invisible a los ojos».
Asimismo, en otras de las frases del zorro se expresa la temática
principal de la obra, tales como «Te haces responsable para siempre de
lo que has domesticado» y «El tiempo que perdiste con tu rosa hace que
tu rosa sea tan importante».
El narrador cuenta que una vez, cuando era un niño, hizo un dibujo de una boa que digería a un elefante;
sin embargo, todos los adultos que veían el dibujo lo interpretaban
erróneamente como un sombrero. Cuando el narrador trata de corregir esta
confusión, se le aconseja que deje de lado los dibujos y se dedique a
algo más productivo. El narrador entonces se lamenta de la poca
comprensión que tienen los adultos por la creatividad.
Ya un adulto, el narrador se ha convertido en un piloto y, un día, su avión sufre una avería en el desierto del Sahara,
lejos de la civilización. Sin embargo, de la nada aparece un pequeño
niño al que el narrador llama «el principito». Este le pide que le
dibuje un cordero, pero en su lugar, el narrador decide mostrarle su
viejo dibujo del elefante dentro de la boa, que, para su sorpresa, el
príncipe interpreta correctamente. Después de varios intentos fallidos
de elaborar un cordero, el narrador, en su frustración, termina por
dibujarle una caja y le explica que el cordero se encuentra en su
interior; el principito lo acepta y le responde que eso era lo que
quería.
Con el pasar de los días y mientras el narrador intenta reparar el
motor de su avión, el principito cuenta su historia de cómo llegó a la
Tierra. Este comienza describiendo su pequeño planeta de origen: un asteroide
—el B 612, según el narrador— un poco más grande que una casa. Las
características más destacadas del asteroide son sus tres pequeños volcanes,
uno de los cuales se encuentra inactivo, y sus variedades de plantas.
El príncipe cuenta cómo pasa sus días en su pequeño planeta: limpiando
los volcanes y quitando ciertas semillas que infestan el suelo, sobre
todo las semillas de los árboles baobabs
que constantemente tratan de crecer. Al parecer, el principito quería
un cordero para que se comiera esas plantas indeseables, hasta que el
narrador le dice que un cordero también podría comerse a una rosa con
espinas. Al oír esto, el príncipe habla del aprecio que tiene por una
misteriosa rosa que de pronto empezó a crecer sobre la superficie del
asteroide hace algún tiempo. El pequeño explica que cuida y protege a su
rosa con un biombo
y una cúpula de cristal y aunque estaba encantado con ella, de pronto
empezó a sentir que se estaba aprovechando de él. Así, el principito
decidió abandonar su planeta y explorar el resto del universo. A pesar
de que la rosa se disculpó por su vanidad y ambos se reconciliaron, esta
le animó a seguir adelante con su viaje y el príncipe obedeció.
Desde entonces, el principito había visitado otros seis planetas,
cada uno de los cuales estaba habitado por algún adulto de mente
estrecha. En el primero se topó con un rey sin súbditos y más adelante
con un hombre vanidoso que se creía la persona más admirable en su
desolado planeta. En el tercer planeta había un borracho que bebía para
olvidar la vergüenza de ser un borracho, mientras que en su próximo
viaje conoció a un hombre de negocios que contaba sin cesar las
estrellas y absurdamente afirmaba ser dueño de todos ellas. Seguidamente
se encontró con un farolero que encendía y apagaba su faro cada minuto, y por último, llegó al planeta de un anciano geógrafo
que estaba tan centrado en la teoría que en realidad nunca había
explorado el mundo que tanto decía conocer. Cuando el geógrafo le pidió
que describiera su casa, el principito mencionó a su rosa, pero el
anciano le explicó que no registraba cosas «efímeras» como las plantas.
El pequeño príncipe estaba sorprendido y dolido por esta revelación, ya
que la rosa era de gran importancia para él, pero tras recuperar el
ánimo le pidió al geógrafo que le sugiriera otro planeta para visitar, y
este le recomendó la Tierra.
En la Tierra, el principito aterrizó en el desierto, lo que lo llevó a
creer que el planeta estaba deshabitado. Luego conoció a una serpiente
amarilla que decía tener el poder de regresar a las personas al lugar de
donde vinieron. Más adelante, se encontró con una flor que le dijo que
no había visto personas desde hace algunos años. Después de subir la
montaña más alta que había visto en su vida, el principito esperaba ver
toda la Tierra, pero en su lugar solo vio el enorme paisaje desolado.
Cuando el príncipe llamó, su eco
le respondió, y pensó que se trataban de otras personas burlándose. De
nuevo en sus andanzas, se encontró con un jardín lleno de rosas que lo
hizo sentir desgraciado, pues pensaba que su rosa era única en el
universo. Tras ello, el pequeño comenzó a sentir que no era un gran
príncipe después de todo, ya que su planeta solo tenía tres pequeños
volcanes y una flor que ahora consideraba común y corriente. Triste, el
principito lloró hasta que de pronto apareció un zorro
que quería ser domesticado y que a su vez le explicó que su rosa era
realmente única y especial porque él la quería. El zorro también le
explicó que, en cierto modo, el príncipe había domesticado a la rosa y
por eso se sentía tan responsable de ella. El príncipe entonces se tomó
el tiempo para domesticar al zorro, aunque luego tuvieron que separarse.
Después de haberse despedido del zorro, el joven príncipe conoció a un guardagujas que le contó que las personas viajaban constantemente de un lugar a otro a bordo de los trenes,
ya que nunca estaban satisfechas en el lugar donde estaban y que, a
diferencia de los niños, tampoco sabían lo que buscaban. Luego, un
vendedor le habló al príncipe sobre su producto: una píldora que
eliminaba la sed y le ahorraba a la gente cincuenta y tres minutos a la
semana. El príncipe pensó que si tuviera ese tiempo libre lo utilizaría
para encontrar agua fresca.
De vuelta en el presente, ya han pasado ocho días desde que el avión
del narrador se averió y ya se ha agotado su provisión de agua, por lo
que comienzan a tener sed; por suerte, rápidamente logran hallar un
pozo. Un día, mientras se dirige hacia donde está el principito, el
narrador descubre que se encuentra hablando con una serpiente sobre su
regreso a casa. El príncipe le explica lo que sucede y luego se despide
emotivamente del narrador, a la vez que afirma que podrá verse como si
hubiera muerto, pero es porque su cuerpo es demasiado pesado como para
llevárselo consigo. Además, le dice que no lo vea partir, ya que podría
perturbarlo, pero el narrador, al darse cuenta de lo que va a ocurrir,
se niega a alejarse del príncipe, quien lo consuela diciéndole que solo
tiene que mirar a las estrellas y recordar su encantadora risa, y así
parecerá que todas las estrellas se ríen. El príncipe entonces se aleja
del narrador, permite que la serpiente lo muerda y cae al suelo sin
siquiera hacer ruido.
A la mañana siguiente, el narrador intenta buscar el cuerpo del
principito, pero no es capaz de hallarlo. Así, la historia termina con
un dibujo del paisaje donde el príncipe y el narrador se encontraban el
día en que la serpiente mordió al pequeño. Como última solicitud, el
narrador pide que, si alguna persona visita ese lugar y se encuentran
con un niño de cabello dorado que se niega a responder lo que le
preguntan, le escriban lo más pronto posible.